José Ángel Fernández es el autor de “Internet Seguro. La guía definitiva para disfrutar sin riesgos de la red”. Un libro en el que resume las principales estafas, riesgos y peligros de la red que se ha encontrado a lo largo de una década al frente de la unidad de riesgos informáticos de la policía de Ávila. A su despacho han llegado todo tipo de personas y casos afectados por el uso de Internet y las redes sociales. Imparte charlas y seminarios a públicos de todas las edades sobre los principales problemas que se ha encontrado en su trayectoria profesional y cómo afrontarlos. “Este libro tiene todo lo que una persona necesita saber para navegar seguro por Internet”, afirma José Ángel, uno de los que más saben sobre navegación segura y que a continuación entrevistamos.
Hace cinco años, próximo a comenzar mis, creo, merecidas vacaciones de verano, cansado quizá de ver en mi día a día la cantidad de denuncias relacionadas con el uso de internet o las TIC, tanto estafas como suplantaciones de identidad, ciberacosos, sexting… que decidí hacer algo al respecto, tan simple como exponer mis conocimientos y experiencia en lo que luego fue mi libro “Internet segur@”, lugar donde ofrezco pautas y consejos para cualquier usuario interesado en cuidar su privacidad y protegerse de las amenazas o riesgos asociados a la red o al uso inadecuado de sus dispositivos tecnológicos.
Todos somos vulnerables, sobre todo si no nos protegemos adecuadamente. Y no solo hablo de usar antivirus, cortafuegos… para protegernos de los virus informáticos o del malware en general, sino también de ser precavidos, de actuar en frío y pensar bien lo que hacemos. Las estafas cibernéticas están a la orden del día, y una compra demasiado barata puede salirnos cara. Otro ejemplo, mandar o publicar una foto sensual o provocativa podría hacernos objetivo de burlas, insultos, acoso, sextorsión… Del mismo modo, creer todo cuanto leemos o nos dicen puede convertirnos en víctimas del engaño, pero también de comunidades web que amparan la violencia, el juego, la anorexia, el consumo de drogas y alcohol, etc. Por último recordar que dar información personal a quien no conocemos o en sitios no seguros puede poner en riesgo nuestra privacidad.
Actualmente el mayor número de denuncias que recibo lo son por fraudes en la compra o venta de artículos a través de internet, así como por pagos que se realizan con las tarjetas de los usuarios sin su consentimiento ni conocimiento. Le seguirían los ciberacosos telefónicos y a través de redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea como por ejemplo Whatsapp. Afortunadamente, los casos de ataques por malware o daños informáticos, o los relacionados con suplantación de identidad o sextorsión se han reducido considerablemente.
El uso cada vez más generalizado de las TIC e Internet ha hecho que los delincuentes evolucionen a nuevas formas de criminalidad. Las características de la conexión a la red, el desconocimiento de los sistemas o equipos utilizados, la ingenuidad del usuario medio y su falta de prevención y desconfianza, unido a la dificultad de identificar a quien se encuentra al otro lado de la pantalla, les ha facilitado su trabajo delictivo, permitiéndoles conseguir mayores beneficios con menores riesgos.
Es algo que en la mayoría de los casos no podemos evitar, pues no tenemos el control de las aplicaciones que usamos o nos descargamos, no al menos del uso interno o por parte de los administradores. También son un negocio, y si además son gratuitas, las terminamos pagando de otra manera, por ejemplo, con la venta de nuestros datos. La idea principal sería, a mi entender, cuidar en todo momento lo que decimos o hacemos, así nadie podrá extraer de ello nada que pueda meternos en un aprieto, y limitar los permisos que concedemos a cada sitio, por ejemplo, a la cámara o al micrófono.
Limitar los permisos que concedemos a cada sitio, por ejemplo, a la cámara o al micrófono.
Las redes sociales son para mí como los escaparates de las tiendas, donde se muestran, promocionan u ofertan los productos a vender. Las usamos para comunicarnos, para contactar con amigos u otra gente, pero también para vendernos. Somos el producto. Parecen ya sitios de culto a nuestra imagen, a nuestra vida, a nuestros éxitos (lo malo rara vez sale), convirtiéndonos en presos de nosotros mismos. En cuanto a los centros escolares, me consta que cada vez más se tratan los temas relacionados con el buen comportamiento y el uso de internet, de las redes sociales, de las TIC… A ese respecto existe a nivel nacional el “Plan Director para la convivencia y mejora de la seguridad en los centros educativos y sus entornos”, donde los policías y Guardia Civiles damos numerosas charlas al respecto.
Buff, elegir cinco de tantos es difícil, más en un tema tan amplio como este. Para mí, lo primero sería sentido común. Cualquier cosa rara o de la que sospechemos puede ser un riesgo. Mejor asegurarse. Un ejemplo sería el phishing, debiendo saber que ningún organismo oficial, empresa seria o banco, nos pedirá información personal o bancaria a través de mensaje o correo electrónico. Conservar la privacidad, tanto de nuestros datos como de nuestra imagen, sería otro consejo, no publicando nada que pueda utilizarse en nuestra contra. Proteger nuestros dispositivos y la información que contengan sería otra recomendación, bien a través de contraseñas robustas u otros sistemas de acceso seguros, actualizaciones periódicas del sistema, antivirus… Otro consejo sería acceder a internet a través de conexiones seguras (la propia de casa o nuestros datos móviles), evitando redes wifi desconocidas y abiertas a cualquier usuario, accediendo a páginas con “https” en la URL o dirección de la misma en el navegador… Por último, referido a las compras online, sería sospechar de gangas, pensar las cosas antes de hacerlas y no actuar en caliente, debiendo pagar, preferentemente, con tarjetas de recarga o virtuales.
Puedes seguir a José Ángel Fernández a través de su perfil en Twitter «Internet Seguro»
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