China exige a Google desde que instaló en 2006 un buscador propio en el país, que censure parte de sus contenidos (contenidos pornográficos, violentos o que intenten«subvertir el poder, minar la seguridad nacional o afectar la reputación o los intereses nacionales»), Google, por provenir de dónde proviene y por principios no está dispuesta a censurar nada. Ante las distintas argucias que se buscan en Google para no censurar al gusto del gobierno China empezó a jugar sucio… intentó (y en algunos casos lo consiguió) sabotear las claves personales del correo electrónico de usuarios activistas.
Google amenazó con retirarse del país. Pero no debió ser suficiente medida de presión, por lo que decidieron pasar por encima del gobierno chino y redirigir automáticamente a los internautas chinos al buscador sin censura que tienen en Hong-Kong. China ha intentado evitarlo, al tiempo que ralentiza la renovación de la licencia de Google en este país y amenaza (de forma extraoficial, pero amenaza al fin y al cabo): si sigue el redireccionamiento automático, no habrá renovación.
Así que Google ha vuelto a tirar de astucia: ya no hay redireccionamiento automático. Ahora es el internauta el que tienen que «pinchar» en cualquier parte de la página principal de Google China para ser redirigido a Google Hong-Kong.
Parece una cuestión informática, pero esta historia que se traen los políticos chinos con Google es una pequeña parte de una guerra con todas las letras… donde intervienen, como en todas las guerras, ansia de poder, intereses económicos, cultura… y tecnología.
Aunque el punto de vista filosófico el comunismo habla de un modelo de sociedad más elevado y perfecto, la historia del siglo XX y el comienzo de este XXI nos muestra cómo la puesta en práctica del sistema comunista deriva rápidamente hacia un modelo de sociedad donde el estado se auto-concede la potestad para decidir sobre cualquier cuestión… desde los derechos civiles hasta lo que está permitido pensar o desear.
Por eso es tan complicado el desarrollo de Internet en países donde aún persisten gobiernos comunistas. Internet es libertad y el comunismo es control. Agua y aceite. A la larga sólo puede quedar uno. Esta guerra no se lucha con ejércitos ni bombas (menos mal), sino con tremendas dosis de astucia. Lo que hay entre China y Google es parte de una nueva Guerra Fría tecnológica.
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